Mezcla el teatro visual con la danza en espectáculos que parecen poemas. Su trabajo, acompañado de una serie de estudio y práctica en disciplinas de arte tradicional, lo ha dotado de una filosofía artística y humana que encuentra en la creatividad y la belleza su mayor expresión. En estos días en que las faltas de respeto, la violencia, la tristeza y los falsos ejercicios de poder y de ego, se vuelven cotidianos, Elías Cohen propone el Ser Creativo como pilar fundamental para responder a eso tan monstruoso de nuestra sociedad.

Comencemos hablando un poco de tu poética.

Estoy militando en la zona de la danza, donde me siento más cómodo, pero con una mirada de director que busca crear vínculos, más como un testigo que como director. Desearía que los trabajos que estoy tratando de guiar pudiesen ser percibidos por cualquier ciudadano, tratando de restablecer aquella imagen de hombre de derecho, y donde todos pudiesen ver un espectáculo y recibir algún mensaje que puedan leer, pensar o disfrutar desde la estética y no quedarse como que fue a ver algo en un espacio ajeno, creado para unos pocos o en códigos que no entiende. No sé si hablar de una elite conceptual de las artes, en donde también la danza ha caído, pero tengo la sensación de que a veces el arte queda sólo en las obsesiones de los creadores.

¿Y qué pasó con los referentes orientales?

Más que nunca están presentes. Las filosofías que levantan el entendimiento de lo humano, la conciencia del universo, están en las tradiciones perennes -llámense oriental o indígena- como sustrato esencial. De la unificación, entendida como ese tejido de relaciones entre las cosas, nace la necesidad de experimentar.

¿Cómo diáloga esta idea con el espacio del Banch, al cual llegaste este año como director invitado?

Es interesante. Lo del Banch viene cargado de prejuicios, incluyendo los propios, ya que lo poco que había visto no me gustó nada por el tipo de acercamiento a la danza contemporánea y el ballet moderno, que no son lenguajes que me representen. Sin embargo, hace poco los vi de nuevo y me impresionó mucho la ductibilidad de sus bailarines. Tu podías ver a una persona que está siendo financiada para que pueda entrenarse las horas que tiene que entrenarse, para crear y todas esas cosas que difícilmente se dan en la danza y que son necesarias. Y pensé “uy, me encantaría poder trabajar con ese tipo de bailarines”. Dicho y decretado, reviso mi mail y tenía una invitación Banch para dirigir. Y acepto justo después de un terremoto grande, pues despidieron a casi la mitad del equipo sin previo aviso, en una situación bastante monstruosa. Llegué a un Banch herido, que me recordó mucho la sensación de ausencia, de pérdida, como si hubiera llegado una dictadura y allanado el lugar, sacado cuerpos que al día siguiente ya no están en la barra, compañeros de trabajo de los cuales ya no sabes muy bien su destino. Y llegué a generar un vínculo, a tratar de sanar eso, a escuchar y a empezar a ver qué es lo que había ahí. Y creo que lo que logramos fue un resultado muy humano y que ha gustado mucho. Igual el Banch tiene entradas que no son más caras que otras, pero tiene un nombre que es rimbombante, que aleja, que es “ballet”, “nacional”, “chileno”. Entonces hay una cosa entre patriótica e institucional que a algunos nos genera una cierta incomodidad, pero de alguna manera el estar ahí me ha servido para despejar mis prejuicios y conocer a un grupo humanohermoso. Los bailarines esencialmente, me lavo las manos con respecto a la institución. En ese sentido, para mí la Universidad de Chile y el Estado de Chile, si los veo como cuerpos, son cuerpos enfermos, dolidos, mal paridos porque nacen desde la equivocación. Si tal vez el padre de la patria hubiese sido Manuel Rodríguez y no O’Higgins, si la historia hubiese sido con menos traición en el momento de sentar el Estado, tendríamos un país distinto. Entonces creo que cualquier célula sana que a veces entra, y sucede, también en la política cuando personas de gran ética entran al Estado y después de un rato están haciendo las mismas monstruosidades que los gobiernos anteriores, corre el peligro de enfermarse. En eso monstruoso anidan bellos seres a los cuales les deseo que, como células sanas y conscientes, no se enfermen y nos les venga el cáncer.

¿Es cáncer de lo que adolece Chile?

Sí, de cáncer del ego reprimido. Cada día veo más la represión que ha habido. Cada vez que hay una manera de expresar lo hacemos de una manera torpe, violenta. No sabemos alegrarnos de manera pura, abierta, sincera. El cuerpo general de Chile esconde mucha historia no expresada, con harto dolor y con poca posibilidad de autosanarse. Estamos muy ligados a la medicación, a la ingesta excesiva de alcohol para poder sanar. En las culturas tradicionales el alcohol también ha venido a sanar, desde un lugar donde yo me libero y “me curo”, entonces si uno lo hace consciente uno podría sacarse los monstruos, transformando la curadera en algo un poco más ritual. Pero no pasa, no tenemos esta capacidad de autocuración que sí posee nuestro organismo.

¿Cómo es un cuerpo saludable?

Creo que es aquel cuerpo que está al día con su sentir, que lo manifiesta, que no lo guarda y no lo dice por la espalda. Es un cuerpo expresivo, que se da libertad de crear y estar en la incertidumbre, que está alejado del miedo.

¿Cómo se hace ese proceso desde el cuerpo?

Escuchándolo. El cuerpo es el guía real que tiene la inteligencia más prístina, más directa para darte los mensajes. Yo veo el cuerpo como una gran antena que está al día si es que tú la quieres sintonizar. El problema es que cuando estás lleno de ruido, tú te quedas con el ruido. Y como tu cuerpo es antena y te sintonizas con el ruido, empezaste a darle mensajes de bulla, de cosas que tiene que hacer,  deberes, que quizás realmente no están sintonizados con lo que tu cuerpo, esta gran antena sintonizada con el cosmos, te está diciendo. Tú tienes el cuerpo que tienes que tener en este momento y hay que escucharlo. Pero como uno es bruto y es brutal, se desintoniza.

Eres también guía, docente. ¿Ves monstruosidad en la manera en cómo se enseña el arte en Chile?

Siento que el arte escénico puesto en el universo académico y tratando de cumplir estándares internacionales, unificando desde lo igual y no desde la profundidad de la unión universal, es peligroso. Veo la chispa y el fuego con la que entran los chicos a estudiar el arte, con su imaginación a flor de piel, con un sueño y veo cómo en tercer año están agotados, cuestionándose, con los egos heridos, pensando que se equivocaron de carrera… y salen a duras penas y demoran incluso años en sanarse y en recuperar el Ser creador. Creo que muchas veces en las universidades ese ser queda un poquito tapado y por eso creo que muchas veces las instituciones son cuerpos enfermos, que de a poco matan estas células nuevas, maravillosas, con deseos de crear. El ser humano vino a esta tierra a crear. Somos seres juguetones del cosmos que vinimos a experimentar la materia y todas sus posibilidades y parece que se nos olvidó un poco esa misión. Muchas veces estamos creyéndonos cuentos, muy sujetados por poderes que infunden miedo e inseguridad. ¿Será esta mi carrera? , “no me va a dar para comer”, “mis padres me dijeron tales cosas”, entonces hay una serie de deberes ser que van un poco en contra de este juego, de este Lilah como dicen los indios, este juego de Dios, el juego bonito, se olvida un poco. Creo que hay grandes profesores, grandes alumnos y buenos deseos, pero el cuerpo general, institucional, requiere tener una sanación radical, re-evolucionaria.

Trayendo esto a tu trabajo, ¿cómo instalas estos conceptos en tus coreografías?

Hay dos patas. La primera es con respecto al universo relacional desde donde uno trabaja y genera co-creación de las cosas. Si bien soy convocado como director, trato de generar un vínculo humano de co escucha, y de trabajar con lo que hay, sin venir a implantar mi visión. Obviamente sí, tiene ciertas búsquedas estéticas, pero me sintonizo para desparecer, trato de que Elías no esté y que quede sólo un ser que escucha sus sensaciones y lo que dicen las personas con las que estoy trabajando. Vibración. Y la segunda patita es la artística, donde aparece el humor. Cómo lograr un humor sutil o a veces chabacano dependiendo de lo que se necesite, sobre todo en la danza que casi nunca trabaja con el humor. Y poder llegar desde él a la emotividad. Transitar por ese universo siento que es sanador.

“Si no se baila no es mi revolución” decía Emma Goldman. ¿Es tu caso?

Hoy podemos entender la danza como un movimiento profundo del alma por expresarse y manifestarse. Creo que el ser humano es un danzante. Tenemos una capacidad tridimensional de hacer movimientos únicos que otra especie no puede hacer. Y cuando me pregunto por qué, la respuesta es porque somos seres danzantes: venimos a experimentar todas las posibilidades posibles. Hago una gran diferencia entre el bailarín y el danzante: el bailarín es un poco más aquel que está estructurado en los pasos de baile y el danzante es un poco más una filosofía encarnada, corporeizada, que entiende este flujo continuo de movimiento cósmico, social, cultural, político, biológico, de interrelación amorosa idealmente, conmigo mismo y con todos los demás. Es la danza como metáfora también.

¿Y la gente que no baila?

Se están farreando más de la mitad de la vida. Hay una cosa como de que lo artístico es sólo para los artistas, cuando en realidad, tengo la impresión, es que hay un malentendido con el Arte. Cualquier posibilidad que nosotros tengamos para poder ejercer nuestro ser creativo, es conectarnos con lo que significa ser humano. Podemos ser un zapatero, un ingeniero, o tener un oficio o el arte de cualquier artesano, pero es en ese crear donde se manifiesta la gran capacidad de conexión. El arte , siento yo, es conexión y creatividad en cualquier campo que me genere plenitud.

¿Ves alguna conexión entre esa creatividad y la divinidad?

Hoy veo a la divinidad en todo. Ya no veo donde no esté, incluso en la inconsciencia de una acción, incluso en lo monstruoso. Veo que hay una manifestación de algo. Y todos tenemos el mismo origen, venimos de la gran totalidad y somos una pequeña partícula enviada a experimentar todas las cosas. Algunos tendrán que experimentar quizá ese lado más oscuro, para en la siguiente vuelta tal vez tener la posibilidad de conocer lo luminoso y nosotros poder tener un punto de referencia desde el cual decir “ah, mi camino no va por ahí!”.